MUSEO JUDÍO DE BERLIN
Berlin, Alemania


UBICACIÓN:
Ubicado en una zona del antiguo Berlín occidental, terminado en 1999 inaugurado en 2001 . El museo, que ocupa un área de 15,000 m2, consta de dos partes: el Kollegienhaus, un edificio barroco del siglo XVIII que alguna vez albergó la Corte Suprema del Reino de Prusia, y un edificio contemporáneo de forma zigzagueante.
Daniel Libeskind
”El Museo Judío se encuentra en un lugar caleidoscópico, resultado de las múltiples historias de Berlín. Ahí hay un edificio barroco del siglo XVIII, los fragmentos del siglo XIX, el mercado de flores y el edificio de Erich Mendelsohn de los años veinte; están los nuevos condominios de los años sesenta y los proyec-tos de la exposición internacional de arquitectura de los años setenta. ¡Dónde si no aquí se muestra la historia de Berlín en toda su variedad y pluralidad!”.


DISEÑO:
Según Daniel Libeskind para el diseño del museo judío de Berlín se centró en tres ideas:
-La historia de Berlín.
-El significado del sacrificio debe constituir parte de tanto la conciencia como la memoria de la ciudad de Berlín.
-Las contribuciones de los ciudadanos judíos para entender la historia de Berlín.
El edificio desde una vista aérea tiene la forma de un rayo cuyos edificios o torres son perpendiculares .su entrada principal se encuentra ubicada en una torre pequeña que esta junto al antiguo edificio del museo de Berlín.


PROYECTO:
Lo que Libeskind propone esta resumido en la expresión “El vacío y la ausencia” , la cual hace da a entender la desaparición de algunos ciudadanos debido a los abundantes conflictos que en esos años ocurrían en Berlín.
Cuando finalizó la construcción del museo, este se mantuvo cerrado por algunos años debido a que no tenían claro lo que iban a exhibir en el museo, al final llegaron a abrirlo aun cuando este se mantenía vacío pero esto no fue impedimento para que la gran multitud tenga la curiosidad de conocer dicho edificio. Dicho esto el museo fue uno de los primeros que se abre para mostrar su arquitectura.

INTERIOR DEL MUSEO:
La escalera que sale de uno de los pasillos del sótano es recta y está colocada limitando con una de las fachadas del edificio En el interior del edificio hay espacios vacíos, es decir, partes que están cerradas a las cuales no se puede acceder. Los diversos ángulos que forma el edificio hacen que los pasos sean oblicuos respecto a las salas que comunican, de manera que la percepción se hace complicada. Las ventanas del Museo Judío tienen todas direcciones y formas muy caprichosas y no siguen ningún orden visible, aunque éstas tienden a ser alargadas. A los huecos, Libeskind los llama “el alfabeto del museo”. Las ventanas crean efectos luminosos en el interior del inmueble cuando la luz se refleja en paredes y pavimentos reflectantes. El museo muestra objetos de la vida cotidiana de los judíos, tales como cuadros y utensilios de uso común.
Las fachadas son de hormigón con un recubrimiento exterior de chapa metálica. Esta capa está constituida por paneles de cinc y titanio colocados diagonalmente, no coincidiendo con los forjados y dando la sensación de que las fachadas están inclinadas.. Hay un patio exterior formado por las fachadas del museo en el que hay un paso en la altura del suelo que comunica los dos lados del edificio El pavimento de este patio es muy original porque está hecho con piedras de tres colores y forma figuras que se asemejan a las ráfagas de las ventanas. La gran efectividad que tiene el mensaje publicitario del edificio se refleja en el gran éxito comercial que tiene su tienda de recuerdos, un establecimiento que vende todo tipo de recuerdos del Museo Judío en el Museo de Berlín.




OPINIONES:
Guillermo Hevia García:
”Un aspecto que diferencia a mí parecer este edificio de otros es su cualidad sensorial y necesariamente tener que ser entendido mediante los sentidos (en este caso particular una publicación se aleja o simplifica mucho la realidad) en ese sentido me parece una obra más táctil (texturas, sonidos, temperaturas) y no solamente espacial, donde se superponen una serie de capas muchas veces inexistente y que llenan de carga y contenido al edificio”
Carlos Zevallos:
”una obra plena de simbolismo, cuyas ténebres y dramáticas líneas transmiten de por sí la expresión de una dolorosa tensión, y cuya muestra (incluida un año después de inaugurado el museo) ilustra de manera teatral, simbólica y lúgubre la tortuosa y siniestra historia de los judíos en Alemania”